La forma y el potencial

Hacia la eudaimonía por el ejercicio constante y voluntario de actos virtuosos. La naturaleza humana no es vil ni virtuosa, la programamos a voluntad a través del hábito.

Contemplemos pues con Agustín la ruina moral del Imperio. Una corriente arrastra a Alarico hasta el Lacio y a los hijos de Eva hacia un mar profundo y terrible en el que sólo flotan quienes han subido a la cruz.

Qué mayor evidencia de que la salvación es un acto dispositivo de Dios. Tal es la negación del libre albedrío que ni siquiera podemos decidir si creemos. Así, durante el próximo milenio la moral y la propia historia quedan sometidas al yugo providencial.